El siguiente fragmento fue extraído y traducido de La Ligne générale (Questions & Réponses). El fragmento forma parte de un conjunto de respuestas a 12 preguntas que en 2007 fueron publicadas en el fanzine Revolution Times[1] de la ciudad de Lübeck (Alemania). El conjunto de respuestas fue firmado por el colectivo Troploin; sin embargo, gracias a un obituario publicado en troploin.fr, sabemos que el cuestionario fue respondido por Karl Nesic y Gilles Dauvé[2]. En el mismo sitio de Troploin está alojada una versión en inglés (What’s It All About? Questions & Answers) que difiere de la que se lee en idioma francés[3]; y en castellano se conoce “El enfoque general”, un mix traducido y editado por Carlos Lagos P. a partir de las versiones francesa e inglesa que se publicó en comunizacion.org (en 2012 el colectivo editorial Klinamen tomó la versión castellana, le aplicó correcciones de traducción y de estilo, y la publicó —con el título “¿De qué va todo esto?”— junto con otros textos de Troploin en el libro El timón y los remos. Preguntas y respuestas —en 2013 fue publicada una segunda edición ampliada—). Nosotros obviamos la versión inglesa (y en consecuencia las versiones castellanas de comunizacion.org y Klinamen) y tradujimos el fragmento directamente desde el francés. Esta decisión está motivada en que tanto Nesic como Dauvé en 2007 dominaban principalmente el idioma francés y vivían en Francia, por lo que, aun si pensaran y escribiesen fluidamente en inglés, se sabe que la lengua principal vehiculiza mejor las ideas que se quieren plasmar por escrito[4].

Rossoinero
Buenos Aires, 16/12/2023


Israel/Palestina: ¿hay que tomar partido?[5]

Traducido del francés por Rossoinero
Aclaraciones entre corchetes en el cuerpo de texto y notas al final por Rossoinero
En francés se lee aquí


Lo mínimo, es hacer a la vez una crítica del sionismo y del antisionismo.

Hace treinta o cuarenta años, del mismo modo que era pro-vietnamita, el izquierdismo era pro-palestino, es decir, partidario de la creación de un Estado supuestamente liberador de las masas autóctonas, con autoridad sobre un Vietnam reunificado así como sobre el territorio de Palestina, por la derrota de los GI [soldados estadounidenses de infantería] en el primer caso, para que fracase el control israelí sobre todo el suelo palestino en el segundo. Si hoy prácticamente la totalidad del altermundismo acepta la existencia del Estado de Israel y sólo pide que se convierta en un Estado binacional o que admita como vecino a un Estado palestino, si por tanto la izquierda de 2007 adopta la posición de… ¡la ONU en 1947!, hay sin duda una regresión, pero sobre todo una continuidad: la ausencia de crítica del Estado, el deseo de que la cuestión social sea resuelta por un poder político.

En lo que a nosotros concierne, no nos oponemos ni más ni menos a la existencia del Estado de Israel que a la de cualquier otro Estado, ya sea francés, vietnamita, egipcio o —si llegasen a existir— kurdo, tamil o palestino. No hay razón alguna para privilegiar al Estado de Israel, ya sea en sentido positivo —para protegerlo en nombre de la persecución bimilenaria de los judíos— o en sentido negativo —para combatirlo como supuesto enemigo nro. 1 de los pueblos de la región—.

La destrucción de Israel en cuanto Estado no significa la muerte o expulsión de cinco millones de ciudadanos israelíes judíos, así como la destrucción de Francia en cuanto Estado no significa la eliminación de algunos millones de funcionarios o su reeducación forzosa[6]. Por supuesto, la institución estatal actúa por mediación de seres humanos, pero se trata ante todo de estructuras políticas basadas en determinadas relaciones sociales, y son estas relaciones las que hay que cambiar. Esto será sin duda más complejo a orillas del Jordán que a orillas del Sena, pero el proceso será básicamente el mismo.

Aún no hemos llegado a ese punto. Por el momento, en primer lugar hay que comprender qué abarca la identidad judía, no para decir que no existe, sino para situar históricamente su existencia.

Para Marx, cuando escribió Sobre la cuestión judía en 1843, se trataba de una realidad en vías de ser superada por el mismo capitalismo. En ese entonces se podía considerar que los judíos de Vilnius, Trier y Túnez compartían poco más que tradiciones ligadas a una religión destinada a sufrir la misma secularización que el cristianismo; condenada, como éste, primero a convertirse en un asunto privado y luego a desaparecer —como otras alienaciones religiosas— gracias a la emancipación de la humanidad mediante la revolución proletaria. Marx pensaba que al tratar la cuestión judía contribuiría a resolver la “verdadera” cuestión, la cuestión social.

Lo que era creíble en 1843 lo sería menos en 1890, menos aún en 1910, y dejaría de serlo definitivamente en el transcurso del siglo XX. Incluso en vida de Marx quedó claro que el desarrollo capitalista no sólo propiciaba al mismo tiempo el ascenso del poderío burgués y del movimiento obrero, sino también de fuerzas que desafiaban el liberalismo y el universalismo. El progreso técnico iba acompañado de regresiones culturales, intelectuales y políticas. La ciencia no eliminó la religión. La racionalidad burguesa se avino a la superstición y a los prejuicios. Peor aún, fue en nombre de la ciencia que se justificó esta novedad: el racismo moderno. Rusia, donde entonces vivía la mayoría de los judíos de Europa ya que Polonia era parte del imperio zarista, sufrió una serie de pogromos. En lugar de unirse al conjunto del movimiento obrero de Rusia, las organizaciones obreras de Yiddishland, muy activas, permanecieron autónomas, y desde principios del siglo XX las masas trabajadoras judías estuvieron tironeadas entre el socialismo y el sionismo, competidores a menudo interrelacionados. En Europa, de París a Viena, a finales del siglo XIX surgieron nuevas formas de antisemitismo de masas. En el curso del siglo XX la modernidad no sólo no absorbió el hecho judío en medio de realidades puramente capitalistas, sino que le dio una nueva importancia a través de un neoantisemitismo al que el sionismo vino a responder, hasta el punto de producir lo que R. Luxemburg —y con ella el conjunto del movimiento socialista y luego comunista— consideraba negativo e impensable: la fundación de un Estado judío, cuyo armazón original estuvo constituido por una parte considerable del movimiento socialista que se había volcado al sionismo. Como ha demostrado I. Halevi (Question juive, Ed. de Minuit), lo que había sido un vínculo religioso se convirtió en un lugar nacional: la Ley se encarnaba en un territorio. El fracaso de la revolución proletaria dejó obsoleta, provisionalmente, la crítica marxiana y luego marxista de la cuestión judía, pero su carácter temporal ha perdurado.

«Los vencedores siempre tienen razón», decía Mao (quien conocía de derrotas proletarias, ya que su éxito se asentó sobre la [derrota] de los obreros chinos en el transcurso de los años 1920). No sorprende mucho que la toma de posición de Marx [Zur Judenfrage], tras casi no encontrar eco en 1844, sólo fuese reeditada en parte en 1881, y luego íntegramente en 1902 y 1927, sin influir nunca en el curso de los acontecimientos en Europa o en Medio Oriente. También aquí, como escribió Luxemburg en 1903, nuestras «necesidades» aún no habían alcanzado el nivel que permitiera «utilizar las ideas de Marx».

No fue la cuestión social la que resolvió la cuestión judía. Realidades precapitalistas son las que han sobrevivido y prosperado hasta el punto de producir naciones donde muy pocos las esperaban. Si bien el capitalismo es universalista, crea y recrea sin cesar separaciones y fronteras.

Todas estas razones explican que ahora alrededor de cinco millones de personas habiten un territorio donde se les garantiza que no se les llamará «sucios judíos» [sales Juifs]. Es cierto que ese asentamiento se efectuó a expensas de otra población, pero no responderemos a ello desdoblando el Estado instalado desde hace cincuenta años en Palestina complementando el hogar-refugio judío con un hogar palestino: todo indica que, si existiese, no tendría ninguna viabilidad.

Si los dos millones de judíos asquenazíes, los dos millones de judíos sefardíes y el millón de judíos rusos (suponiendo que estas categorías tengan algún significado) se reasentaran voluntariamente en Texas [Estados Unidos], las masas palestinas simplemente se beneficiarían de ser pobres en casa, como los argelinos después de 1962, o los negros de Zimbabwe o Sudáfrica desde el final de la dominación blanca. El sionismo no es la causa de la miseria de los proletarios palestinos: sólo la ha acentuado. Hacer del surgimiento de un Estado palestino la solución es olvidar que las condiciones sociales y geopolíticas que hacen que Israel prospere (en parte artificialmente) no son las cosas, no son los rieles, los vergeles o las fábricas Hi-Tech que los palestinos podrían disponer en su propio beneficio si los judíos se fueran: esas instalaciones y fábricas son relaciones sociales, y sólo existen porque los emigrantes judíos trajeron las condiciones (y no sólo el dinero) que hacen que esos trenes, vergeles y tecnologías de punta sean viables en la región y en el mercado mundial. Evidentemente, a los palestinos no les faltan obreros calificados, investigadores y managers —y podrían formar a otros—, pero la gran mayoría aún vive bajo la dominación «formal» del capital, donde no reinan ni el salariado ni la modernidad mercantil. No se sustituye la población de un país capitalista por otra como se cambia al personal de una empresa.

El  «derecho de los pueblos a la autodeterminación» [droit des peuples à disposer d’eux-mêmes] ha privado de derechos a muchos pueblos. No obstante, declarar «sólo la revolución resolverá el problema» es una posición de principio. El principio es justo, la posición hoy día es inoperante[7], pero es difícil tomar otro partido: ¿qué mejor contribución podría hacerse al sumamente débil movimiento comunista de la región?[8]




Notas:

[1] Publicación editada por la sección alemana de la RASH (Red & Anarchist Skinheads). El  grupo alemán se formó en marzo de 1995, y el primer número del redskinzine fue impreso en agosto del mismo año. Ignoramos si Revolution Times y RASH aún existen.

[2] Los siguientes trabajos también fueron escritos por Karl Nesic y Gilles Dauvé: Prolétaire et travail : une histoire d’amour? (2002), Solidarités sans perspective et réformisme sans programme (2003), Irak, 2004: Fausses routes (¿2004?), Communisation: un “Appel” et une “Invite” (2004), Et qui ne revendique aucun droit particulier (2006), La démocratie triomphe à Outreau (2006), Ce que nous voulons: Rien (à propos des émeutes dites de banlieue) (2006), Le Présent d’une illusion (2006), Demain, orage. Essai sur une crise qui vient (2007), Contribution à la critique de l’autonomie politique (2008), Zone de tempête (sur la crise advenue) (2009), Le Tout sur le tout (2010), Sortie d’usine (2010), Communisation (2011) y el libro Au-delà de la démocratie (publicado en 2009).

[3] No sabemos si el cuestionario remitido desde Alemania fue escrito en alemán, aunque —como se leerá al final de esta nota— conjeturamos que sí fueron formuladas en dicho idioma. Tampoco sabemos en qué idioma respondió Troploin. Más aún: no hemos podido acceder a la versión en alemán. En la introducción a la versión en idioma inglés (What’s It All About? Questions & Answers) alojada en troploin.fr se lee: “En 2007, Revolution Times (Lübeck, Alemania) nos envió un cuestionario que tradujimos al francés y al inglés. Revolution Times lo publicó en alemán. Hay diferencias menores entre las tres versiones” [In 2007, Revolution Times, Lübeck, Germany, sent us a questionnaire which we translated into French and English. Revolution Times published it in German. There are minor diffrences between the three versions.]. Así, parece que el cuestionario fue escrito en alemán, ya que Troploin dice que las preguntas fueron traducidas por ellos al inglés y al francés; pero no queda claro si las respuestas fueron originalmente escritas en alemán, en inglés y/o en francés. La introducción a la versión en francés es más escueta que la inglesa [En 2007, Revolution Times, de Lübeck, nous a proposé le questionnaire suivant, et publié en allemand nos réponses.], es decir: no se explicita en qué idioma fueron formuladas las preguntas aunque se dice que las respuestas fueron publicadas en alemán. Lo más probable es que hayan sido respondidas en francés y/o en inglés (es decir, no en alemán).

[4] Insistimos: si bien las respuestas fueron publicadas en tres lenguas (y dos versiones de ellas se pueden leer en troploin.fr), ninguna duda cabe respecto de que el francés es el idioma de comunicación cotidiana que dominaba Nesic  y domina Dauvé, dominio que les permitió precisar lo que querían expresar (ya sea al momento de responder —año 2007— como de editar —¿año 2007?— el texto actualmente alojado en la web de Troploin).

[5] Intertítulo de Rossoinero, a partir de la pregunta Israël et Palestine: ne faut-il pas prendre parti, mais quel parti? Pour quoi et contre quoi? Que penser de l’anti-sionisme et du sionisme? que Troploin responderá a continuación. En la versión inglesa la pregunta se lee así: The Jewish Question. Israel and Palestine: isn’t it necessary to take sides, but what side? Pro what, against what? What about anti-Zionism and Zionism?

[6] Hemos hecho una pequeña intervención en esta oración. En francés se lee: “La destruction d’Israël en tant qu’Etat ne signifie pas plus la mort ou l’expulsion de cinq millions de citoyens israéliens juifs, que par exemple la destruction de l’Etat français en tant qu’Etat ne signifie  l’élimination de quelques millions de fonctionnaires ou leur rééducation forcé.” [La destrucción de Israel en cuanto Estado no significa la muerte o expulsión de cinco millones de ciudadanos israelíes judíos, así como la destrucción del Estado francés en cuanto Estado no significa la eliminación de algunos millones de funcionarios o su reeducación forzosa]. En negrita señalamos dónde intervenimos: siguiendo la versión inglesa, modificamos “del Estado francés” (así se lee en francés) por “de Francia” (así se lee en inglés). De esta manera y en sentido gramático, salvamos la concordancia de los elementos relacionados/comparados. Dejamos aquí la oración tal como se lee en inglés y nuestra traducción, una pequeña muestra de la variación de contenido entre una y otra versión advertida por Nesic y Dauvé en la introducción a What’s It All About? Questions & Answers: “The destruction of Israel as a State does not mean the death or expulsion of five million Jewish Israeli citizens, any more than the destruction of France as a State implies the elimination of a couple of millions of civil servants or their re-education in forced labour camps.” [La destrucción de Israel como Estado no significa la muerte o expulsión de cinco millones de ciudadanos judíos israelíes, así como la destrucción de Francia como Estado no implica la eliminación de un par de millones de funcionarios {civil servants} o su reeducación en campos de trabajos forzados].

[7] 2007 es 2023, 2023 es 1967, 1967 es 1948, 1948 es 1843… Por eso señalamos en Israel/Palestina: sólo la revolución comunista-anarquista frenará las masacres en curso y las que vendrán: «Sólo la destrucción del Capital y el Estado por medio de una revolución comunizadora/anarquizadora solucionará no sólo la “cuestión judía” y palestina sino la de toda la especie humana: la condición de emancipación de la humanidad es la abolición de todas las clases, la proletaria incluida». Aunque parezca “utópica”, “irreal”, y dado el empeoramiento del conflicto israelo-palestino (ninguna solución “realista” se impuso hasta el momento: ni “dos pueblos, dos Estados”, ni “Estado binacional” —donde incluimos las variantes “Palestina laica y única que integre a judíos y árabes”, “Israel democrática que integre a árabes y judíos”, etc.—), la verdadera solución pasa por la revolución comunista mundial que elimine el capitalismo y establezca una comunidad humana universal donde ya no existirán la explotación ni la dominación. No es ni más ni menos que la posición marxiana de principio que lxs comunistas anarquistas adoptamos ayer y hoy (y adoptaremos mañana), la invarianza del comunismo. En este sentido, escribió Marx: “El comunismo es la posición en cuanto negación de la negación; por ello, es el momento real de la emancipación y recuperación humanas, momento necesario para la ulterior evolución histórica” (Manuscritos económico-filosóficos de 1844). “Para nosotros, el comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal al que haya de sujetarse la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual. Las condiciones de este movimiento se desprenden de la premisa actualmente existente. […] Por tanto, el proletariado sólo puede existir en un plano histórico-mundial, lo mismo que el comunismo, su acción, sólo puede llegar a cobrar realidad como existencia histórico-universal. Existencia histórico-universal de los individuos, es decir, existencia de los individuos directamente vinculada a la historia universal” (La ideología alemana, 1845).

[8] Introdujimos esta pregunta retórica sin tergiversar la proposición afirmativa contenida en el original en francés. En francés, esta última oración se lee así: “Le principe est juste, la position aujourd’hui inopérante, mais on voit mal quel autre parti prendre, quelle meilleure contribution effective apporter au très faible mouvement communiste qui se manifeste dans la région.” [El principio es justo, la posición hoy día es inoperante, pero es difícil tomar otro partido: es la mejor y más útil contribución que se puede hacer al sumamente débil movimiento comunista que se manifiesta en la región]. En la versión en inglés, se lee: “Here again, the Nothing But The Revolution attitude is valid as a statement of principle: if the principle is correct, the statement remains until now ineffectual, but there’s no other way we can now contribute to the (very small) communist movement that exists in the Middle East.” [Aquí, nuevamente, la actitud Nothing But The Revolution {nada excepto la revolución} es válida como declaración de principios: si el principio es correcto, la declaración, hasta ahora, sigue siendo ineficaz; pero no hay otra manera de contribuir, ahora, al (muy pequeño) movimiento comunista que existe en Oriente Medio].

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